viernes, 23 de diciembre de 2011

En Navidad

A veces es invierno aunque no haga frío, puedo pensar aunque no tenga calientes los pies, comer sin hambre y despertarme con sueño; y esta vez, es navidad aunque no nieve, y aunque no haya un árbol con luces de colores en mi comedor.

En Navidad está permitido comer dulces sin que se nos caigan los dientes, hacer regalos sin tener dinero, echar de menos sin haber echado de más, llorar viendo un anuncio y regalar algún te quiero.

En Navidad la gente se felicita las fiestas, reparte besos de dos en dos, y algún abrazo; sonríe, se lleva bien con su kioskero y con la cajera de su supermercado, aguanta un poco más al vecino de arriba y pita un poco menos cuando el de delante no arranca y el semáforo está en verde.

Supongo que la Navidad es tiempo de "amor y felicidad", como nos enseñaron desde pequeños, y quizás la gente intenta arreglar en una semana los descosidos de todo un año.

Yo me paro a pensar qué personas me felicitarán este año la Navidad.

La gente entra y sale de tu vida constantemente, por razones conocidas o no.
Algunos se quedan un tiempo, otros, apenas un ratito, y otros lo hacen para siempre. También depende  a veces de cuánto les permitamos nosotros quedarse y de cuánto les mantengamos en nuestro recuerdo.

Creo que durante este último año ha venido a mi mundo gente que se va a quedar. Algunos ya estaban, pero ahora están más fuerte. Otros ni siquiera sabía que existían, y ahora son como una pequeñita familia que comparte historias en cualquier silla, lo mismo en una clase que al lado de la barra de un bar.

Por otra parte están los intocables, "los de casa, los de siempre", aquellos con quienes crecí y que me acompañan hasta hoy; aquéllas por quienes descubrí el valor de la amistad y que tienen un poquito de culpa de que sea como soy.

Quedan algunos que se fueron perdiendo por el camino pero dejaron huellas imborrables a su paso, éstos, para mí, fueron imprescindibles para llegar a mi Yo de hoy.

Otros también se perdieron, pero esta vez sin dejar señal alguna... aunque espera, ¿se perdieron? o les echamos/nos echaron de nuestras/sus vidas?

Y todavía están los que vendrán,  a quienes hoy no felicito pero felicitaré el año que viene, y a algunos nunca más, y a otros también al siguiente, y al siguiente, y al siguiente...

Porque vivir es esto, y, para todos: FELIZ NAVIDAD.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Hoy es uno de esos días...

Hoy es uno de esos días en que no sé por dónde empezar pero sé que tengo mucho que decir, uno de esos días en que borro una y mil veces la misma línea, y reescribo, y no me gusta, y cierro, y descanso, y abro, y leo...

Caminaba hacia casa con un kleenex en la mano, cuando un impulso reveló mi intención de tirarlo al suelo y, automáticamente, otro impulso encogió mi brazo y me dirigió a la papelera. No pensé nada, simplemente lo hice. ¿Será tan fuerte nuestro subconsciente como para guiarnos de tal modo y tener las conductas tan bien aprendidas? No sé si va o no por ahí la cosa... Cada vez me apetece más "tocar" mi carrera frustrada (Psicología)... Pero claro, es que ADE "tenía más salidas"...

El caso es que esto no era sobre lo que yo quería escribir, pero ya conocéis mi manía de irme por las ramas con cosas que no vienen a cuento...

Me encantaría que alguien me psicoanalizara. Creo que me ofreceré voluntaria para las prácticas de algún aspirante a psicólogo...

Hoy alguien muy importante para mi me ha dicho que aprendió que tu futuro te lo creas tú mismo, y que debes ser consecuente. Yo siempre estuve bastante de acuerdo con esa postura, pero últimamente empiezo a creer que sí existe algo que te lleva por un camino determinado. No sé bien qué es: si destino (aquello que yo siempre asumí que era una palabra inventada con el fin de eximirnos de responsabilidad a la hora de buscar culpables cuando algo no nos gustaba), falta de ganas, ausencia de motivación... no lo sé.

Toda la vida eligiendo caminos, y no siempre acabas siguiéndolos. Cambian tus ideales, tus necesidades, tus prioridades, o cualquier otro factor que te hace tirar hacia otro lado.

Hasta hoy vivía casi convencida de un determinado aspecto de mi vida... pero parece ser que el Universo tiene su plan, y si llega un momento en que te acercas demasiado a algo que no está planeado para ti, él mismo, como sea, evita que te quemes.

En los últimos dos años mi filosofía ha dado un giro de 180 grados, y he acabado por subirme al carro de los optimistas, al de "lo mejor está por llegar" al de "todo sucede por una razón"... sí, mirándolo por el otro lado, al carro de los cómodos, al carro del "destino". Y no sé si han sido hechos contundentes los que han girado mi caleidoscopio, o simplemente he sido yo, porque me resulta más beneficioso (volvemos a la teoría de la búsqueda del máximo beneficio... lo mire por donde lo mire, yo siempre lo veré todo así).

Pensé que podía avanzar, que había superado barreras, y supe que no era así cuando descubrí que no había dejado de buscar tus ojos en cada mirada.

Quizás algún día me entienda a mí misma, quizás algún día me entere de algo... o no, quizás no.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Hasta la mismísima... peineta!!

El día que la conocí un poquito más decidí escribir un post sobre ella.. Lo que pasa es que mi ajetreada vida y mi vecino de enfrente no me habían dejado tiempo para publicarlo.
Me disponía a ver un capítulo de Pretty little liars y a dormir plácidamente calentita, pero me he pasado por su blog y he encontrado algo que me ha hecho mucha gracia, así que me voy a adelantar y voy a publicar hoy lo que le escribí, en vez de dejar pasar unos días desde mi última entrada.

"Cuántas veces habéis estado hasta los mismísimos de algo, de alguien, de lo que sea...??


Yo estaba en una situación parecida. Se me cerraban los ojos porque empezaba a echar de menos mi dosis de cafeína diaria cuando de repente... iluminación!! "Trabajad en grupos" dijo la voz aburrida de fondo que me acompañaba durante las dos últimas horas...
Gracias!! Me has salvado, don profesor, o en breve habría dado un buen cabezazo sobre el escritorio.


No nos conocemos demasiado, más bien nada, pero entre comentarios y risas descubrí que yo no era la única persona que tenía un blog y le daba vergüenza hablar de él.


Ella, la chica sentada enfrente, es la típica que no pasa desapercibida en ningún grupo de gente. Es alguien a quien seguramente más de una vez llamaron loca, de esas que hacen gracias con gracia y cuyos comentarios son como aire fresco mientras se te cierran los ojos de aburrimiento a la hora de la siesta... Pues imaginad mi sorpresa cuando descubrí que se dedicaba ni más ni menos que... a hacer peinetas!!


Yo no sabía qué cara poner!! Me pareció algo súper chulo pero por otra parte me la imaginaba posando para su blog con una peineta a lo Lola Flores, intentando a la vez que se hacía ella misma la foto que no se le viese la cara, y me costaba asimilar de qué modo se dedicaría a fabricar tales "cacharros"...


No pienso desvelaros nada, porque quiero que lo veáis para que os quedéis igual de sorprendid@s que yo. Y es que sus peinetas son, como ella, aire fresco!!"


http://lamismisimapeineta.blogspot.com/



Y así, sin más, la vida te da una lección...

Salía a dar un paseo, como cada tarde de otoño, sin importarle la lluvia.

Esa misma mañana habíamos compartido el incómodo trayecto en ascensor hablando sobre el tiempo...
Había subido a cambiarse de chaqueta.

Llegaba tarde, pasada ya la hora del café, y cerró la puerta deprisa con el ronroneo de sus gatos de fondo.

No sé cuánto tiempo llevaba allí tirado, sangrando, cuando le encontraron en la misma puerta de aquel ascensor.

Eran las cinco de la tarde y Sebastián yacía inconsciente en el rellano, con la boca ensangrentada. Un vecino que se disponía a dar su otro paseo habitual le encontró fuera de sí, debatiéndose entre el suelo frío de su escalera y cualquier otro extraño lugar.

Seis policías nacionales, una ambulancia y un médico, diagnosticaron minutos más tarde un infarto cerebral leve.

Sebastián era un hombre de cincuenta y pocos años, separado y con dos hijos, que vivía únicamente en compañía de sus dos gatos.

Ese mismo día, a las once y media de la mañana, hablaba conmigo de un noviembre lluvioso, y seis horas después parecía haber perdido su vida.

Yo sólo puedo pensar en qué habría pasado si en lugar de caer en la puerta del ascensor hubiese caído en el suelo de su baño, o de su pasillo, o de su comedor, o de su cuarto...
¿Habría alguien notado su ausencia? ¿Se habría alguien percatado de algo? Y, lo más importante, ¿habrían llegado a tiempo?

Y estas historias en primera persona que no son ficción hacen que me plantee las cosas de otro modo. No tiraré la casa por la ventana, pero, desde luego, evitaré perderme cada momento de mi vida.

Yo no sé qué fue lo que hizo que Sebastián naciese de nuevo, no sé si fue eso que algunos llaman destino, si fue que "no era su momento", o simplemente fue una casualidad aliada con un golpe de suerte... Lo que sí sé es que éstas son las lecciones que nunca se olvidan, las que el universo nos manda con sus señales.

Y es por eso que hoy me paro y pienso: Vive, ama, disfruta.

martes, 11 de octubre de 2011

Chuches, pelis, y paredes de colores.

Hacía tiempo que aprendía a disfrutar de sí misma, de su soledad.

En un pasado no muy lejano habría llorado al pensar que vivía lo que vivía como lo vivía, pero ahora no, ya no. ¿Se estaba haciendo fuerte? No sabía lo que era, pero algo estaba cambiando.

¿Quién no ha imaginado la típica escena de una pareja pintando su casa? Yo te mancho con la brocha, tú con el rodillo, nos peleamos, jugueteamos, tonteamos, nos besamos... Evidentemente, eso era mucho más interesante y apetecible que pegarse el palizón de turno pintando sola toda su casa, y que acabar con una alergia infinita a los disolventes y a la pintura de imprimación... Pero ya no le importaba. 
No se había dado cuenta hasta ese momento de que había superado barreras, de que estaba creciendo, de que su corazón era fuerte y su cabeza independiente.
Prefería elegir los colores de cada pared a su gusto, escribir en ellas, pintar encima, bailar como una loca rodillo en mano con la música altísima de fondo, sin importar que el vecino se quejase o la vecina asomase disimuladamente la cabeza por la ventana de la cocina para cotillear.

Había aprendido que las noches de pelis y chuches también eran geniales sin un hombro sobre el que quedarse dormida o sin un brazo al que hacer cosquillas. Podía ver pelis moñas sin tener que ver después una de sangre y patadas, podía dar cuantas cabezadas quisiera sin que nadie se quejara, y tenía toooodos los tiburones negros (sus preferidos) de la bolsa para ella sola.
Claro que también había contras, y es que babearse su propio brazo mientras dormía era bastante más incómodo que babear uno ajeno...

Vivir sola se había convertido en un reto que jamás pensó querer cumplir sin alguien a su lado. Pero hoy estaba encantada de convivir con su propio "Yo" y se moría de ganas por disfrutar de cada segundo.

No, no habría cambiado hacer todo lo anterior con una media naranja, un medio limón o una media lechuga, por hacerlo ella sola, pero el gran paso era que hacerlo sola ya no le importaba, y hasta le gustaba. 

Estaba aprendiendo a descubrir el placer de las pequeñas cosas, y estaba contenta. Contenta porque, sin darse cuenta, por fin estaba preparada para quedarse sin respiración, para que sus rodillas, otra vez, volviesen a temblar cuando fuese el momento.

Por ahora, seguía feliz, sin ninguna prisa, decorando su nuevo espacio en su mente y en la realidad, y soñando con esas paredes de colores...

Descubriéndose a sí misma...

Avanzando sin pensar.

miércoles, 5 de octubre de 2011

De miradas ajenas y cristales de colores.

En ocasiones, haciendo limpieza de cajones y corazón, encuentras cosas como ésta, que te demuestran una vez más que el color sólo depende del cristal por el que miras.
Hay cristales fríos, oscuros, rotos, opacos, feos... pero también hay cristales de colores. Por eso a mi me gusta tanto girar el caleidoscopio...


"Cuando alguien se refería de esa forma hacia ella, ella siempre contestaba: "define loca".
Al final iba incluso hasta a creérselo.

Tonta sí, porque tonterías sí tenía, ¿ves? De esas que la hacían especial, muchas. 
Gracias con gracia y sin gracia. 
Salidas de tono, pero también mucha vergüenza demasiadas veces.
Su sonrisa: siempre. Sonrisas que "son-risas", porque ella siempre se reía de todo.


Hablaba sin parar, generalmente cuando estaba nerviosa. Mucho y muy rápido. Tanto que a veces llegaba a bombardearte no imaginas hasta qué punto. Pero casi siempre era interesante escucharla. Aunque más de una vez se hacía un lío porque su cabeza pensaba con más rapidez de la que la velocidad de su lengua podía permitirle, y acababa enredándose, repitiéndose, y diciendo cosas sin sentido. Pero cuando no estaba nerviosa, hasta sus silencios resultaban cómodos.

Había aprendido a vivir con cada latido, y eso estaba bien, pero más de una vez le trajo problemas.


Divertida. 
Ingeniosa como pocas chicas vi. Era capaz de coger cada una de mis coñas de humor inteligente al vuelo.
Con una vida interior que poca gente comprendía y que la hacía tan interesante, tan auténtica.


A menudo me hacía enfadar porque le gustaba que le riñese. Siempre necesitó una figura autoritaria que de vez en cuando le salpicase con algo de seriedad.


¿Desvirtuada? Ella decía que sí, y yo pensaba: "apasionada".


Con memoria de elefante igual que su "trompita", de la que siempre se quejaba pero que yo veía perfecta. Inteligente, musical, con una voz tan peculiar que me encantaba.
Se volvía loca cantando en el coche, y le daba igual que en los semáforos el resto de conductores la mirasen perplejos.


Ponía corazón en todo lo que hacía, otra de las cosas que le dio más de un problema.


Borde: la que más.


Defectos, muchos.


Una mala leche increíble. Tanto que cuando se enfadaba amenazaba con convertirse en "el humo negro" de "Lost".


Insegura, tímida, caminaba siempre altiva y mirando al frente, dando la sensación de ser engreída, pero era todo lo contrario.


Sencilla...


Llorona casi siempre y débil en ocasiones.


Contradictoria. Veleta. Camaleónica. Fugaz.




Que había perdido el norte lo escuchó más de una vez.. pero ella siempre contestaba que quizás lo perdió cuando le sacaron las muelas del juicio.. o quizás jamás lo tuvo porque nació en el sur.


Te preguntarás por qué la describo en pasado. No lo sé, supongo que queda más bonito. O tal vez después de tanto tiempo ya no es la misma de antes... Yo ya no lo sé. Pero no lo creo, porque para mí es de esas personas que, para bien o para mal, jamás perderá su esencia."

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un recuerdo, un tesoro.

Sin pensar en cómo ni por qué, simplemente por instinto, se levantó, cogió la puerta y se fue.
Salió en pijama y sin abrigo, y ni siquiera el frío de la ciudad le hizo percatarse de sus rarezas.
Llevaba una chapa colgada al cuello con una inscripción grabada. No recordaba por qué, ni si le gustaba, si la había comprado o era un regalo especial.
Los años habían pasado, envejeciendo su alma y dejando aquellas arrugas en su piel.
Sin darse cuenta, daba vueltas a la misma manzana una y otra vez, guiada por la inercia, como un molinillo de viento que gira sin parar.
El ruido de sus tripas hizo que parase en aquel escaparate de la panadería. Pero estaba cerrada, era de madrugada.
Y allí, reflejada en el cristal, iluminada por la luz tenue de una farola y adornada por las gotas de lluvia que acariciaban su pelo, se quedó parada un instante, inerte, perpleja. Y al ver su reflejo, la chapa que brillaba en su cuello llamó su atención. La miró y leyó un nombre, una dirección y un teléfono. Y en un momento de lucidez fue consciente de que alguien le había robado todos sus recuerdos. Derramó una lágrima, pero sólo una, porque al instante, ya no consiguió recordar por qué lloraba...







Imaginad qué sería de nosotros si no tuviésemos recuerdos...

Imagina que un día te despiertas y eres incapaz de recordar. Tu mente está en blanco, "deleted", no sabes, no conoces, no te explicas cómo has llegado ahí.

Los recuerdos nos hacen como somos. Las experiencias se graban en nuestra memoria, junto con los sentimientos, y nos moldean, y nos guían.

Sabemos lo que tenemos, lo que queremos y hacia dónde vamos gracias a los recuerdos.

Hay recuerdos que nos hacen felices, y otros que nos entristecen.
Recuerdos que nos hacen querer volver y recuerdos que nos hacen huir.

Recuerdas aquélla canción? Báilala otra vez...

Imaginad la sensación de mirar una foto vuestra y no ver más que a desconocidos.

Imaginad no recordar nada al percibir de nuevo un olor, al ver aquella escena conmovedora, al escuchar una melodía...

Imaginad vivir con la mente en blanco.

Y no sólo es triste por todo cuanto se pierde. Yo intento ponerme en la piel de una persona con alzheimer y creo que es una de las peores enfermedades. No sólo porque te roba algo tan valioso como los recuerdos, sino por todo lo que provoca... desorientación, impotencia... miedo.

Muchas veces no somos conscientes del valor de las cosas.

No debería hacer falta "crear" un día mundial contra algo para querer implicarnos y colaborar con la causa.
"Más de 100 millones de personas podrían perder sus recuerdos en 2050 si la investigación no avanza".

El alzheimer arrebata vidas, y quedarse sin vida es una forma de morir.

Cien millones de personas con tesoros perdidos sin mapas de islas para poder encontrarlos.

Porque un recuerdo... es un tesoro.

sábado, 17 de septiembre de 2011

A cada cerdo le llega su San Martín.


Vetusta siempre tienen algo interesante que decir. Esta vez me acuerdo del principio de una de sus canciones del último disco: "De niño escuché: si no veis nada volved hacia atrás, tomad distancia"
El mejor consejo que me dieron hace unos meses fue que no mirase atrás ni para coger impulso; pero atrás hay que mirar, según se mire...
No para que tu pasado interfiera en tu futuro, sino para ver cómo avanzamos y estar orgullosos de ello. 
El mundo gira a veces demasiado deprisa, las cosas cambian de manera radical en pocos meses, incluso en semanas o días... Por eso a mí me gusta mirar atrás, y ver cómo voy dejando huellas en el camino, y ver cómo hay gente que sigue conmigo...

y ver cómo hay gente que no.

Pero sobre todo me gusta porque las cosas con distancia se ven de otra manera, y nada es como te pareció, y nada te parece como fue.

Por eso hoy,  porque ya no me parece como fue, recupero, de entre mis notas, esta:



Te portaste mal. Eras una princesa y te portaste mal.

Pensabas que no habría consecuencias, que todo era un juego en el que podías mover las fichas a tu antojo...
¿De verdad te lo creíste?

Ahora mírate... todo ha acabado, y estás aquí, fría, inerte, viendo pasar la vida ante tus ojos, incapaz de decidir, de avanzar, de moverte... estática ante un mundo que gira.

Esperas temerosa a que se fragüe tu castigo, atenta a cada signo del destino, esperando que sea una de sus represalias pero...
Abre los ojos. Tu castigo lleva en marcha mucho tiempo ya, y es el más lento y doloroso de cuantos pudiste imaginar.

No eres inerte. Sientes y padeces... Y te has enamorado.
Estás enamorada de la persona equivocada, la que te arruinará la vida, y eres incapaz de olvidarle.
Si te dejas caer en sus brazos, vivirás el futuro que jamás quisiste; y si no lo haces, no podrás avanzar, porque no sacarás de tu cabeza la sensación de que con él tu vida habría sido idílica.

Y así fue, como el amor pasó de crimen a castigo, como distorsionó la realidad para hacerte sufrir de cualquiera de las maneras, como te cegó para darte la peor de las condenas...

Sí, eres desdichada, pero, ¿qué esperabas? ¿irte de rositas?

Siento ser yo quien te lo diga, bonita, y es que...
a cada cerdo le llega su San Martín.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Me gusta un chico que no me hace caso.

A veces, cuando no me apetece escribir, releo notas de hace tiempo, y me entretengo pensando por qué actué como actué, dije lo que dije y callé lo que callé... Hay veces en que las cosas cambian mucho en poco tiempo, y otras en que siguen igual por muchos años.
Yo, últimamente, soy experta en disfrazarme de veleta, y en girar 180 grados en menos de 180 horas...






¿Me gusta un chico que no me hace caso?
¿O me gusta un chico porque no me hace caso?

Al final todo se reduce a lo mismo: ambición.

En el mundo existen muchos tipos de personas, pero hoy concretamente, sólo me interesan dos: conformistas e inconformistas.

El conformista se acomoda, no tiene aspiraciones más allá de las que pueda alcanzar con su mínimo esfuerzo, es lineal, pasa desapercibido, no lucha, se rinde con facilidad...
Sí: se conforma.

El inconformista...
El inconformista se esfuerza, no entiende de obstáculos ni barreras, nunca tiene suficiente, lucha, es ambicioso...

Influyen en todo esto infinitos factores más, pero ni soy socióloga, ni psicóloga, ni tengo todo el espacio o tiempo del mundo para irme por las ramas más de lo que lo hago habitualmente...

Si tuviese que meterme a mí misma en un saco, creo que sería en el del inconformismo.
Es lo difícil aquéllo que me llama la atención, nunca nada me parece perfecto, siempre se puede pedir más, querer más, aspirar a más... Y eso siempre, y digo siempre, resulta ser un problema a corto plazo.
Sin embargo, por qué tantas veces me conformo con migajas? Por qué las cosas fáciles pierden todo su interés? Será ambición? Superación? O simplemente una cuestión de "química"?
Supongo que ese es otro tema y se merece otra nota.

La ambición es una virtud, o, más bien, una ventaja competitiva, pero en ocasiones trae problemas.

Para mi esto es también relacionable con el grado de ignorancia de cada uno. Quién es más feliz? El ignorante? O el espabilado que capta cada mínimo detalle a la primera?
Desde mi experiencia sólo se me ocurre ahora mismo una cosa: "bendita ignorancia"...
Sí, a mí muchas veces me gustaría ser más ignorante, señores.

Qué es preferible? Marear? Estar mareado? O dejar que te mareen? Sinceramente creo que cualquiera de las tres actitudes se reduce a lo mismo: gente inconformista, cuyo presente, o cuyas expectativas de futuro, no les convencen porque no les llenan.
Gente buscando vías de escape.

Y es que al final todo desemboca en una cosa en concreto: el miedo.
Miedo al rechazo, miedo a equivocarse, miedo a lo desconocido, a la incertidumbre... Miedo a la lucha.

Yo seguiré llevándome mis hostias, pero siempre serán después de haber bajado la cuesta con más pendiente del Dragon Khan, esa en la que tienes que chillar para soltar adrenalina porque si no te ahogas.

Seguiré llorando y rompiéndome en mil trocitos cada vez que me caiga, pero también seguiré levantándome rápido y con fuerza, riéndome a carcajada limpia hasta hacerme pis encima o tener agujetas en la tripa.

Seguiré siendo imprecisa, veleta, impulsiva, camaleónica y soñadora.

Seguiré dando más de lo que recibo, soñando más de lo que duermo, hablando más de lo que callo y sincerándome más de lo que debo.

Seguiré escribiendo notas sin pies ni cabeza, y si me quitas el pc lo haré desde el iPhone aunque me escuezan los ojos.

Seguiré quejándome de vicio...

Seguiré pensando en ti, porque no pude ser ignorante como quise, ni pude mantener mi barrera como debí, pero ese "pensar en ti" ya cada vez lo haré más de vez en cuando...

Es lo que tiene el inconformismo, que "pica", que motiva... Pero que te permite abandonar cuando menos te lo esperas, de la noche a la mañana, en el momento en que tu cabeza hace "clic" y tu cuerpo te pide más.
Es entonces, en ese punto de inflexión, cuando todo pasa... Porque todo pasa.

Yo sé que me encapricho con facilidad, y meeec, error!!
Eso sí, también sé que sé alejarme con facilidad si la cosa se pone fea.
Volvemos a mi punto de partida de siempre: la búsqueda del máximo beneficio; y en cuestión de relaciones, esto no iba a ser menos.

Y es que sólo hay una pregunta para un ambicioso: ¿dónde está el límite?

Allá cada uno con su respuesta...

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Once upon a dream...


Con la vuelta al cole de mañana, creo que esta es la mejor entrada que podía recuperar de mis antiguas notas :)


Siempre supe que ser soñadora y vivir en un universo paralelo me traería problemas pero... cuando ese ingenio, cuando esa fantasía hace de la cosa más pequeña lo más grande para alguien... es cuando merece la pena.

Desde hace unos días, hay una mariquita amarilla que vive en mi oreja. Es una mariquita que "mis" niños de tres años intentaron matar a pisotones un día en el patio. Sí, yo la curé con betadine y le hice una casita. Desde entonces, no matan mariquitas, y no lloran cuando "se hacen pupa" y hay que ponerles betadine.
Además comen más rápido, para poder ver a la mariquita, porque temen que si tardan mucho se habrá ido volando y habrá desaparecido...

Se comen los champiñones que tanto odiaban (y hasta repiten) para salvar a Súper Mario, porque son setas que él ha matado saltándoles en la cabeza, y si no se las comen, resucitarán e irán a atacarle de nuevo.

Comen zanahoria porque creen que así sus brazos serán igual de morenos que los míos cuando jueguen en el sol a la hora del patio.

El melón es una chuche, y la naranja tiene poderes que les harán correr más rápido y chutar más fuerte.

Son los héroes del mundo y tienen "mucha bola" porque en vez de presionar sus bíceps para comprobarlo, se tocan el codo.

Sus misiones consisten en ser encargados de vigilar un tren o tirar los papeles a la basura.

Andan despacito y de puntillas, intentando no chillar, para no despertar al fantasma del pasillo.

Si beben mucha agua les salen ranas en la tripa, por eso ya sólo beben cuando tienen sed.

Los aviones que sobrevuelan el cielo son los Reyes Magos que vigilan que sean buenos para no quitarles sus regalos.

Nemo es su héroe porque nada muy rápido a pesar de tener una aleta pequeñita.

Son capaces de meterse en la boca cucharadas gigantes porque le han robado la mandíbula a Simba y a Nala, y si no la aprovechan, vendrán las hienas a quitársela, que están en la puerta, expectantes.

El puré mágico está hecho de ingredientes secretos que sólo los mayores conocemos, y es el plato preferido de Bob Esponja.

Su mayor temor es enfrentarse a un cocinero muy alto y grande, que grita mucho y pega collejas muy fuertes.

Su mayor ilusión, que llegue el viernes para que les pinte las "uñas de princesa".

Les fascina hablarle al móvil y luego oírse, y no entienden quién hay al otro lado del teléfono.

Ser malo es tirarse de cabeza por el tobogán, y ser bueno, compartir.

Las heridas se curan con besos mágicos que reciben instrucciones en susurros que ellos no pueden oír. Yo les regalo el beso, que ya sabe lo que tiene que hacer, y ellos se lo ponen donde les duele, y se guardan uno de repuesto en el bolsillo, por si en un ratito les vuelve a doler. Inmediatamente dejan de llorar y echan a correr...

Un beso y un abrazo acaba con cualquier pelea o enfado.

Cuando no tienen hambre, se lo comen todo igualmente, porque tienen que hacer que el bicho-bola imaginario que vive en sus bolsillos crezca y se haga fuerte como ellos.

Y así, mil historias de fantasía más, que hacen que verles sonreir sea lo más grande del día.
Por eso, si ellos son capaces de ser felices gracias a mis sueños, ¿por qué iba yo a querer dejar de soñar?

Y es que, yo de mayor quiero ser... pequeña! Y no perder nunca esa fantasía...

martes, 6 de septiembre de 2011

Quiero lo que me das, pero lo siento... no te quiero.

Es el fin de una era... el principio de una historia.


Evolucionas, avanzas, giras, maduras, creces... vives.


A mi alrededor el mundo se mueve demasiado deprisa.


Estoy harta de "escribir moñas", de princesas y de cuentos. Quiero decir palabrotas, chillar si hace falta, reírme a carcajadas, conducir rápido y hablar de coches, ser incorrecta, imprecisa, imperfecta...
Quiero que notes que no estoy cuando no estoy.


Me gusta tirarme al suelo aunque se me manche el vestido, saltar aunque me despeine, hacer la croqueta y la cucaracha aunque adivines el color de mi ropa interior.




Me gusta ser la parte que perdiste...




Estoy harta de "me gustaS". O no... quizás no.


Me gusta esa sensación...


Creo que odio escribir tanto sobre lo que me gusta y lo que no me gusta, pero hay demasiadas cosas que me apetece decir.




No sé lo que es. Será eso a lo que todos llaman "todo" y que en realidad no es nada. Será que no dije "basta"...
pues si no lo dije, será porque no me apetecía.


Dejé de tratarte como prioridad el día en que descubrí que tú me tratabas como opción. O fue al revés? Puede que fuese al revés.


No sé por qué tengo esa necesidad de seguir comprando "cantimploras" en los kioscos, sólo para rascar la pegatina y dar con un "sigue buscando" aun teniéndote a mi lado.


Quiero eso, quiero todo eso de lo que tanto hablo y que tanto veo.


Quiero ser sincera, y a veces lo soy con todo el mundo menos conmigo misma.


Quiero lo que me ofreces pero me espanta lo que te guardas.
Quiero lo que me falta.


Quiero lo que me das, pero lo siento... no te quiero.





miércoles, 31 de agosto de 2011

Y aunque nunca te lo digo...


Me gusta escribir por escribir, actuar sin pensar y cruzar sin mirar. Ah, no! Eso no!

El ruido de las teclas cuando ya no se oye nada.

No me gusta desmaquillarme antes de dormir, pero me gusta frotarme los ojos y ver que no llevo maquillaje.

Me gusta cuando te ríes a carcajadas y nos contagias a todas. Poder absorber todo lo bueno que desprendes.

Me encanta que me dejes tu coche cada vez que quiero como si fuese mío, y que quites la capota sólo porque me pongo pesada.

Admiro tu perseverancia, tu fuerza de voluntad, tu responsabilidad, tu índice.

De ti me gustan tus ojos azules, tu facilidad para ser feliz, tu florecilla en el culo, tus alas.

Tu positividad y tu sonrisa: contigo siempre.

No podría vivir sin tus ojitos caleidoscópicos y tu mundo bañado en salitre.

De ti me gustaron muchas cosas, las mismas que me decepcionaron.

Tú… tu fuerza, tu ingenio, tu darlo todo, aunque tengo que decir que odié tu “en lo bueno y en lo bueno”.

Me quedo con tu timidez disfrazada de bordería, que me recuerda tanto a mí.

Tu sinceridad, tus ganas, tu risa.

Tu cuidado al mínimo detalle, pero también tus gritos y tu mala leche que tanto me ha hecho reír.

Tu cariño, tu “para todo”. Tú eres la más importante.

De ti… ser tu ojito derecho, no lo cambio por nada.

Tu hombro, cerca o lejos.

Tus broncas, tus troncos, tu vitalidad.

Discutir contigo, odiarte un día, no hablarte en semanas, pero quererte siempre.

Tu esencia…

Y aunque nunca te lo digo, me gusta cuando me muerdes la nariz.

Me gusta mi vida, porque así, a vuestra manera, estáis en ella.

sábado, 27 de agosto de 2011

El "Ex", ese gran desconocido...

Voy a contaros la verdad sobre los ex. Rectifico: “mi” verdad sobre los ex, de la forma en que yo lo veo.


Da lo mismo hablar de ex novios/as que de ex rollos, siempre y cuando hayan tenido algo de peso en nuestras vidas.

Quizás sea demasiado atrevido por mi parte meter a todos en el mismo saco, así que procuraré no generalizar desde el principio.

Desde el punto de vista femenino, yo he vivido de cerca los dos principales tipos de ex novia. He sido ex novia, y he sufrido a alguna que otra ex novia de mis novios.

Cuando se dice que las mujeres somos “frías, calculadoras y manipuladoras”, muchas veces no falta razón. Y eh! Que esto no es malo! Que ya veo que las chicas se me echan al cuello!

Los hombres, por vuestra parte, sois algo más fáciles de manipular… aunque bueno, nosotras quizás también lo seamos en algún que otro momento.

Lo más preciado que tiene una ex es su “orgullo de ex”.
Cuando te enteras de que el que era tu novio ha rehecho su vida, te invade una necesidad sobrenatural por comprobar si le queda algún tipo de sentimiento hacia ti. Es una manera de recomponer tu “orgullo de mujer”, aunque tú tengas tu vida perfectamente estructurada y seas completamente feliz.

Sí. Es algo de la naturaleza. No me preguntéis exactamente por qué lo hacemos, pero es así. Sufrimos una especie de “enajenación mental transitoria” que no nos deja pensar con claridad y nos ofusca de tal manera que lo único que cuenta es conseguir nuestro objetivo: la prioridad en la vida del ex. Mareamos a la otra parte con la sola intención de descubrir si seguimos estando en primera línea de su vida.
En la mayoría de los casos, una vez nos hemos cerciorado de que todavía tenemos poder para tambalear el equilibrio emocional de nuestro ex chico en cuestión, desaparecemos. No queremos nada más. No queremos volver con él. Sólo queremos seguir sintiéndonos lo primero.

Supongo que esto ocurre porque no soportamos la idea de pasar a un segundo plano y que otra persona ocupe nuestro lugar o represente lo que antes representábamos nosotras.

Pero, puede que se de otro caso: que descubramos que el chico en cuestión pasa olímpicamente de nuestra persona, o que su novia actual es infinitamente más guapa, más simpática, más alta, más delgada y más estupenda que nosotras, lo cual nos hará enrabiarnos y perseguir con más ahínco el fin del que os hablaba al principio. Pero no por esto es diferente. De nuevo, cuando veamos con nuestros propios ojos que podemos influir mínimamente en nuestro ex, desapareceremos del mapa.

Si hay que jugar sucio, se juega. En el amor y en la guerra… ya se sabe, todo vale. Y no es ruin recurrir a chantajes emocionales, tirar de recuerdos bonitos o divertidos y adornar el pasado que en realidad fue algo más desastroso de lo que ahora parece, ya que, de lo contrario, no seríamos ex.

Por otra parte, cuando estás al otro lado, como mujer que eres, y dado que tú tuviste en alguna otra ocasión el mismo comportamiento que la ex actual de tu novio actual, sólo te queda sacar lo mejor de ti, aguantar, y luchar por él contra viento y marea. Da rabia, porque tú sabes perfectamente de qué manera está jugando ella sus cartas… que somos mujeres, coño! Pero claro, no puedes decir nada, porque parecerá que te ha entrado un ataque repentino de celos sin sentido.

En esta caza de brujas, a menudo ocurre una de estas dos cosas: bien tu novio te deja y se va con su ex, o bien te llevas tú el trofeo a casa.
Que te deje o no depende de cómo de afianzada esté vuestra relación, y de cuál sea tu límite y cuánto de ti estés dispuesta a dar.
Si se va con ella, no sufras, son pocas las ocasiones en que sale bien. Cuando una relación se rompe… uff, mejor de las segundas partes hablamos en otro post. Pero vamos, ya sabéis lo que pasa en el 85% de los casos.

Con el tiempo, lo bueno se magnifica y lo malo se difumina, con lo cual es fácil que una ex gane rápidamente terreno a una novia actual con sus artimañas femeninas. Pero cuando se vuelve a lo de siempre, la relación cae de nuevo por su propio peso.
Que sí, evidentemente también hay casos en que sale bien… pero por lo general suele ser cuando ya han pasado algunos años, y cada parte de la pareja ha madurado y evolucionado por su cuenta, ha tenido otras relaciones y aun así ha vuelto al principio… Pero no porque tu ex te busque y te manipule, así no, señores.

El caso de los chicos es distinto. Yo creo que a ellos se les da bien dejarse manipular, porque también se les da bien dejarse querer. Por regla general, es la chica quien tira del carro en esto de las relaciones. Si ella afloja… boooom! Y adiós muy buenas. Que sí, perdón, olvidé no generalizar! Ya sé que hay de todo… Pero bueno, yo me limito a exponer mi punto de vista, no a proclamar ningún tipo de verdad universal.

Un chico sabe aceptar la derrota. Bueno no, rectifico: un chico sabe cerrar puertas. Si se empeña en que no, es que no. Las chicas, por desgracia para nosotras, somos mucho más nostálgicas, e idealizar el mundo y las relaciones nos lleva a actuar como actuamos. Quizás sea miedo, no lo sé. Sinceramente, no lo he analizado demasiado.

Esto sólo ocurre con tu último ex y su primera novia después de ti; evidentemente, no vamos por ahí mareando a cada ex novio que hemos tenido a lo largo de nuestra vida! Y sólo ocurre cuando tienes miedo de no encontrar a alguien como él. Ya no le quieres como antes, ya no te gusta tanto, pero quieres lo que te daba. Esa estabilidad, esa seguridad de saber que no estás sola, esa complicidad. No, muy probablemente no quieres estar con él, pero tienes la necesidad de “cubrirte las espaldas” intentando retener eso por si lo tuyo sale mal o, en caso de que estés sola, por si ya no vuelves a encontrar lo que tenías.

Por desgracia yo he tenido que lidiar con varias ex. En realidad no sé por qué digo “por desgracia”, porque eso es lo que da juego a las relaciones, otro aliciente para dejarte la piel hasta ganar, otra manera de alimentar esa ambición cuya recompensa es tan gratificante.

Algunas me lo han puesto relativamente fácil. Otras sin embargo, intentaron hacerme la vida imposible. Y, sinceramente, no sé en qué momento hay que decir “basta” y mandar a tu novio a que le aguante su ex! Supongo que eso va con la personalidad de cada uno y el momento que esté atravesando en su vida. En cualquier caso, por azar o por saber hacer, pude con ellas. Quizás ayude el conocer sus cartas a la perfección, ya que todas en esa situación tenemos comportamientos demasiado similares.

Lo que tienen estas edades es que ya todo el mundo lleva consigo una “carga”: un ex de años, un primer amor, un corazón roto o un sueño de amor frustrado. Como en ese capítulo de “Como conocí a vuestra madre”.

Cambiando de bando, y por suerte, sólo me he visto en la tesitura de “ex mareadora” una vez en mi vida (que yo recuerde), y fue hace mucho, mucho, mucho tiempo. Eso sí, sé que llegará el momento en que vuelva a verme metida en ese personaje… o no, quizás no, porque de todo se aprende, y a mí, ya sabéis, como a los satélites… me gusta girar.

viernes, 26 de agosto de 2011

De planetas y satélites

Creo que estoy cambiando. O girando.
Bueno no, porque soy de esa clase de personas  que piensan que la gente no cambia… sino que la gente crece.

¿Estaré creciendo?

Sinceramente no lo sé, yo siento que por dentro sigo siendo igual de niña.

La Tierra sigue girando, sobre sí misma, pero a mí nunca me gustó girar con (en) ella. Yo prefiero los satélites. Si tuviese que ser un satélite, me quedo con cualquiera de los de Urano. Por lo general, los satélites del Sistema Solar reciben nombres de personajes de la mitología, pero los satélites de Urano son personajes de diferentes obras de Shakespeare, por eso me resultan más curiosos y simpáticos.

Sí, ya sé que el planeta es la parte más importante, pero a mí nunca me gustó ser muy protagonista. Destacar sí, a mi manera, dejar algún tipo de huella, pero no ser protagonista…

A pesar de todo, el movimiento del planeta también se ve afectado por el satélite, ya que este sigue su órbita debido a la fuerza de la gravedad.

Tengo que pintarme las uñas, que me las estoy viendo de reojo mientras tecleo y las llevo hechas un asco.

Me están picando los mosquitos… Queridos mosquitos, no os ha quedado clara mi amenaza? Igual es que no os conectáis a Facebook lo suficiente.

De repente un día te despiertas y te das cuenta de que tus prioridades han cambiado.

Cada vez valoro más y sobrevaloro menos. Bien es cierto que no trato a todo el mundo como se merece, tengo que apuntar eso en mi lista de tareas: “aprender a dar lo que recibo, ni más, ni menos”.

Quizás simplemente creo que lo hago, pero no lo hago de verdad. Lo de aprender a valorar y dejar de sobrevalorar, digo.

Creo que ése es el gran problema de la sociedad, bueno, de las relaciones sociales en general.

Quién establece el rasero para medir cuánto es mucho, poco, demasiado o nada?

Por qué según de la persona que venga un gesto nos parece demasiado o insuficiente?

Tu madre siempre es pesada si te insiste en saber cómo estás porque te ve serio, y tu novi@ nunca te pregunta cuanto debería.

Nos empeñamos en infravalorar lo que recibimos de la gente que más nos da, y en ensalzar a la gente que menos nos tiene en cuenta. Creo que esto bien puede deberse a las expectativas que tenemos. No es raro que tus amigas a las que adoras te envíen un mensaje de “feliz cumpleaños” justo a las 00.00h, pero si te lo envía ese/a chic@ que te encanta y no te hace mucho caso… ¿entonces qué? ¿Su mensaje vale más? Pues no! Evidentemente! Pero quizás el valor añadido que reporta lo inesperado es lo que hace que muchas veces sobrevaloremos las cosas. Eso es! Ahí está! Damos demasiado valor a ese valor añadido. Cuando no esperas algo de la gente, te sorprende que lo haga. Las sorpresas hacen ilusión, y la ilusión… ya se sabe. Hoy es ilusión y mañana decepción. No debemos olvidar que todo el que tiene la facultad de ilusionarnos, tiene también capacidad para desilusionarnos.

Huimos de lo que nos persigue y perseguimos a lo que nos huye.

Lo estamos haciendo mal. El día que la Tierra deje de girar, el día en que seamos capaces de permanecer estáticos, observando lo que sucede a nuestro alrededor y analicemos los comportamientos de la gente de nuestro entorno, nos percataremos de que malgastamos demasiado esfuerzo y demasiado tiempo en cosas que no lo valían, y que dedicamos poco a quienes realmente se lo estaban ganando a pulso.

No me gusta mezclarme con estos temas porque no quiero que pienses que estoy escribiendo sobre ti.

Ni sobre ti. Ni sobre ti. Ni sobre ti.

En general no escribo refiriéndome a alguien en concreto, sino basándome en una serie de experiencias y emociones que van marcando mi carácter.

Evidentemente, claro que hay textos que van por ti. Y otros por ti. Y por ti. Y sí, por ti también.

Todos tenemos en nuestros planetas muchos satélites “ti” distintos que nos marcan de una manera u otra y nos inspiran ciertas pautas en nuestro comportamiento.

En mi caso, cada persona que pasa por mi vida, hasta de la forma más insignificante, aporta algo. Desde la cajera del supermercado del barrio, hasta el profesor de primaria o la universidad, pasando por el chico aquél que sonrió al cruzar, la señora que me dio los buenos días, quien clicó en “me gusta” o dejó su comentario, o el turista que se quitó el sombrero cuando paré para que cruzase por el paso de cebra. Sin olvidarme de mi familia, de mis amigos, de ti, de ti, de ti, de ti y también de ti, y por supuesto, de vosotras. Pero esa es otra historia, porque es otra forma de influir que intentaré explicar el día que esté menos espesa, porque hoy… vaya tela.


Todo esto para decir que quiero aprender a tocar el piano y que estoy deseando que llegue septiembre para independizarme.

Sí, lo sé, podría ser más sencilla, callar más y hablar menos, dejar de comparar todo buscando ejemplos y usando metáforas… pero entonces, entonces no sería yo, y vosotros no habríais tenido tanto que ver en todo esto.

Preferís aportar algo? O pasar desapercibidos? ;)

lunes, 22 de agosto de 2011

En sus zapatos

De pronto entendí por qué tu canción favorita era tu favorita; que tu historia era para tí más dolorosa de lo que parecía ser, que acerté con el clavo que intentas que saque a otro clavo.

De pronto todas las piezas encajaron en el puzzle y, por arte de magia, se accionó el botón de "no pensarte más".

Ahora soy capaz de no soñarte sin que sea un objetivo, simplemente porque sí.

Meterme en tus zapatos me hizo ver que no eras malo, sí cobarde, pero no malo...

Meterme en tus zapatos me permitió conservar el cariño que te tuve.

Suerte, y buen viaje :)

domingo, 21 de agosto de 2011

Sumergida

Ahí abajo las cosas se ven de otra manera... no es un caleidoscopio, pero también mola. Es otro tipo de cristal en aumento de un universo paralelo.


Sumergida oigo el balanceo de las olas y el susurro de los peces. El tintineo de las conchas que van arriba y abajo, delante y detrás.


Sumergida bailo con el agua (que no bailo el agua). Me atonto con la coreografía de las algas y el disfraz de camuflaje de cada especie.


Sumergida el mundo no existe, y sólo cuenta mi respiración.


A veces se oye el rugido de un motor de fondo.


A veces se encuentran tesoros.


Al asomarme entre las rocas mi única preocupación es encontrar un pulpito pequeño con el que jugar hasta que me llene de tinta la cara.


Sumergida la banda sonora la pone mi mente en turquesa...


Un día me olvidé de pasar las horas muertas en el mar, y el día en que me di cuenta, prometí que no lo volvería a hacer (olvidarlo).


Me encantaba bucear contigo, de tu mano... Enredarme en tus aletas y tirarte de la red haciendo ruidos de garganta para que me oyeses, porque había visto una dorada o una sepia, cuando aún quedaba vida en aquel mar. Me compraste un tridente y jugaba a pescar lenguados camuflados en los bancos de arena. Pasaba horas detrás de ti, observándote con tu fusil, convirtiéndote en mi héroe, aun con los pelos de punta por el frío y muerta de hambre. 
Me fascinaban esos días en que era tu niñita de 10 años y terminaba deprisa los deberes mientras tú dormías, para volver a patalear hasta que bajases conmigo otra vez al mar.
El campeón del día era quien cogía más caracoles para la cena, y nunca dejábamos de pelearnos.
A veces, para llamar tu atención hacía la sirena o daba volteretas sin parar, y tú me mirabas y sonreías.
Me moría por salir del agua emocionada para enseñar a mamá las marcas en mi brazo de los tentáculos del pulpo y merendar mi sandwich doble de nocilla.


¿Por qué dejamos de hacerlo? Supongo que fue porque crecí, pero no dejé de echarte de menos.



-Te paso la sal?
-No, gracias... allí no me hace falta.

















sábado, 20 de agosto de 2011

La princesa y el sapo

"
-   Eres una Princesa.
-   Lo sé.
-   Qué no se te olvide.
-   A veces.  A veces se me olvida.
-   Qué no se te olvide.  Nunca.
- ___________________ (Silencio)
-   ¿Le besaste?
-  ¿A quién? ¿Al sapo?
-  Sí.
-  Pues claro!
-  ¿Y?
-  Pues creo que sigue siendo sapo.
-  Eso es que no era Príncipe.  Te equivocaste de sapo.
-  Lo sé, pero yo tampoco soy cualquier Princesa.
-  Ya.  Tú eres mejor aún.
-  Yo no quiero un final feliz.
-  Ah, no?... ¿Y qué quieres?
-  Serlo..."



Sabéis cuál es el verdadero problema? Llevamos toda la vida pensando que el sapo se convertirá en príncipe, y cometemos un error. No nos hemos parado a analizar la realidad...

Y es que lo estamos haciendo al revés. Nos llevamos sorpresas porque besamos al que creemos príncipe, y éste acaba por convertirse en sapo.

Yo sólo conocí a un príncipe una vez y fue el de Beckelar.

Pongamos los pies en la tierra, salgamos de los mundos de Disney, besemos a quien nos apetezca besar, príncipe, rana, sapo, velocirraptor o camaleón. Da lo mismo. Da igual. Porque al final, si es para tí, si es el tuyo, no necesitarás nada más.


viernes, 19 de agosto de 2011

Como todos...


Hay veces en que no pensar es más sencillo...

Actuar. Sin pensar.
Hablar. Sin pensar.
Escribir. Sin pensar.

Porque como pienses... analizas. Y como analices, la primera impresión ya no es la primera, y ya nada te parece como fue.

Hay veces que no entiendes nada, y si piensas... aún menos.

Yo nací sin pan debajo del brazo, y sin manual de instrucciones, como todos.

"Dejarse llevar suena demasiado bien"...  ♫ ♫ ♫
 aunque a veces dejarse llevar no sea lo que esperabas.

Otras veces nada es como pensaste que sería... ves? Si no piensas no hay expectativas, y sin expectativas, no hay decepciones, y sin decepciones, no hay días "de esos días".

Pero qué hay del "y si...?"
"Y si..." nada! Porque a veces lo que no tiene que ser no es, por cualquier motivo relacionado con las teorías del universo o la alineación de los planetas o yo que sé qué otra absurda razón...
Hay quien lo achaca al destino, pero yo siempre pensé que creer en el destino es una manera de eximirnos de responsabilidad, de no sentirnos culpables por lo que pudo haber sido o lo que no conseguimos...

Lo arreglamos todo con "qué se le va a hacer, será que no era mi destino"... Y no, señores. Será que no te lo has currado, será que pensaba que eras de una forma y se decepcionó al conocerte un poco más, será que no le gustas, será que quien hizo la entrevista delante de tí tenía más idiomas, será que influyen otros factores que no puedes controlar, será que no era el momento, será que chutaste mal, será que tuviste un mal día... será que comiste demasiado o no estudiaste lo suficiente, será lo que quiera que sea, pero... ese "será" será el destino?

Destino o casualidad?

Por qué hay momentos en que no es "nuestro momento"?
Por qué dejamos pasar oportunidades sin poner suficiente interés?
Por qué inconscientemente nos arrastramos como imantados a lo que sabemos que no queremos?
Esa fuerza, ese algo, eso que hace que nos decantemos por una cosa u otra, por todo o nada, por avanzar o quedarnos donde estamos... es eso destino?

Y esto es lo que pasa cuando no piensas, cuando todo fluye... Que empiezas a mezclar cosas y escribes una nota en facebook que probablemente no tenga ni pies ni cabeza, pero que, con suerte, apenas leerán los de siempre, que te conocen y no se decepcionan.

Hoy es uno de esos días... en que no piensas, en que el viento que hace afuera te vacía la cabeza y te enfría el corazón. Y no es malo, y no es triste!

Y habrá quienes seguirán pensando que soy rara, y habrá quienes me seguirán haciendo sentir única.

Sí, yo nací sin pan debajo del brazo y sin manual de instrucciones....
Como todos.