lunes, 7 de noviembre de 2011

Y así, sin más, la vida te da una lección...

Salía a dar un paseo, como cada tarde de otoño, sin importarle la lluvia.

Esa misma mañana habíamos compartido el incómodo trayecto en ascensor hablando sobre el tiempo...
Había subido a cambiarse de chaqueta.

Llegaba tarde, pasada ya la hora del café, y cerró la puerta deprisa con el ronroneo de sus gatos de fondo.

No sé cuánto tiempo llevaba allí tirado, sangrando, cuando le encontraron en la misma puerta de aquel ascensor.

Eran las cinco de la tarde y Sebastián yacía inconsciente en el rellano, con la boca ensangrentada. Un vecino que se disponía a dar su otro paseo habitual le encontró fuera de sí, debatiéndose entre el suelo frío de su escalera y cualquier otro extraño lugar.

Seis policías nacionales, una ambulancia y un médico, diagnosticaron minutos más tarde un infarto cerebral leve.

Sebastián era un hombre de cincuenta y pocos años, separado y con dos hijos, que vivía únicamente en compañía de sus dos gatos.

Ese mismo día, a las once y media de la mañana, hablaba conmigo de un noviembre lluvioso, y seis horas después parecía haber perdido su vida.

Yo sólo puedo pensar en qué habría pasado si en lugar de caer en la puerta del ascensor hubiese caído en el suelo de su baño, o de su pasillo, o de su comedor, o de su cuarto...
¿Habría alguien notado su ausencia? ¿Se habría alguien percatado de algo? Y, lo más importante, ¿habrían llegado a tiempo?

Y estas historias en primera persona que no son ficción hacen que me plantee las cosas de otro modo. No tiraré la casa por la ventana, pero, desde luego, evitaré perderme cada momento de mi vida.

Yo no sé qué fue lo que hizo que Sebastián naciese de nuevo, no sé si fue eso que algunos llaman destino, si fue que "no era su momento", o simplemente fue una casualidad aliada con un golpe de suerte... Lo que sí sé es que éstas son las lecciones que nunca se olvidan, las que el universo nos manda con sus señales.

Y es por eso que hoy me paro y pienso: Vive, ama, disfruta.

4 comentarios:

  1. No olvides nunca vivir despeinada...

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  2. ^^
    Ni recordarte que te quiero!! Por si acaso...
    Te echo de menos! :(
    (L)

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  3. A mi esa lección ya me la dio la vida hace 10 años, cuando mi padre murió hablando conmigo por teléfono... Eso si es primera persona. Un saludo

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