miércoles, 7 de marzo de 2012

¿A qué huelen las cosas que no huelen?



"A qué huelen las nubes?"

Cuántas veces alguien, sin motivo ni razón, se habrá hecho esa pregunta, sin acordarse siquiera de que aquel que le dio la fama fue mi tan admirado publicista, ese del que suelo acordarme cada 28 días, y que no tiene ni puta idea de mujeres, como deja entrever en su famoso "me gusta ser mujer"... Pues ya le digo yo que a veces ¡¡no nos gusta tanto!!

Aunque bueno, hay que reconocer que, como eslógan para una marca de compresas, el tío no lo hizo del todo mal... ¬¬



Ya me estoy yendo por las ramas y acabo de empezar.

El día que consiga centrar toda mi atención en una sola cosa de las que esté haciendo, no quiero ni imaginarme lo que pasará...



Ya sabéis lo curioso que me resulta a mí esto de los olores... Que si huelo el culín de la botella de perfume y me vienen recuerdos de esa época que ni siquiera sabía que aún existían en mi subconsciente; que si algo huele a mono, a perro muerto (auque nunca haya olido a un mono ni a un perro muerto), a chamusquina, a quemado, a..., a..., a...



Pero quizás todo eso sea relativo. O subjetivo. No sé.

¿Cómo sabes que el de al lado ve el color rojo igual que tú? Quiero decir, tú ves algo rojo y sabes que es rojo, y él coincide en que también lo es pero, y si a lo que tú llamas rojo, él lo llama verde? Supongo que no me explico, o que no me entendéis... pero bueno, estoy acostumbrada...



Pues yo creo que con los olores ocurre algo similar.

¿Por qué algo que a mí me huele raro no resulta tan raro para otra persona?

Bueno, a ver, claro, es que esto es relativo, porque estamos hablando de olores en sentido figurado...



No sé si es intuición, o simplemente es ser observadora, pero no suelo equivocarme.



Hay gente a quien se le ve venir, de frente, de cara, y de la que intuyes en cada momento el comportamiento que va a tener. Como cuando estás cogiendo una rotonda en hora punta de tráfico y ves que la patosa de al lado se te va a cruzar sin poner el intermitente... Sí, es así! No sabes por qué, pero lo intuyes, y efectivamente... se te cruza. Suerte que estabas preparado.

Pero, qué ocurre cuando no se le ve venir? Cuando es alguien que de repente se da cuenta de que se ha equivocado de dirección e intenta solucionarlo invadiendo tu carril?? Pues ocurre que "Zas! En toda la boca!" Piñazo...

Piñazo que puede ser un piñazo, un tropiezo, o simplemente un pequeño roce que apenas deje señal, pero, al fin y al cabo, se trata de un percance.



Pues la vida viene a ser muchas veces similar a una rotonda. Estás en tu ceda el paso, esperando arrancar para entrar al ruedo y dar la vuelta hasta salir en la dirección correspondiente según tu destino. Los indecisos, los miedosos, estarán horas esperando, mientras el coche de atrás les pita porque no se atreven a salir y están creando un atasco tremendo.

Los atrevidos, los valientes, pensarán "esta es la mía", y meterán el morro, aunque estén viendo que de su izquierda viene otro coche rápido, confiando en un "ya reducirá, que si no no salgo nunca". Este tipo de conductores se arriesga a tener un accidente, a recibir un pitido, o a llevarse simplemente un susto.



Y es que cada cual conduce su coche en función de su destino, de la prisa que tenga por llegar, y de los pasajeros que lleve dentro. Es una comparación absurda, pero de ahí el "conduces como eres" que tantas veces me habréis escuchado decir.



Yo empecé hablando de "olores" y acabé hablando de rotondas, no sé cómo ni por qué... Y es que ese es mi día a día, un constante "patas arriba".

Intento conducirme en mi camino sin pensar, sin analizar, y luego soy la persona que más estudia cada acto, cada proceso y cada consecuencia, aunque lo de las consecuencias no lo lleve demasiado bien...

Me limito a darle a mi cuerpo lo que me pide, porque hace poco aprendí que sólo así se era feliz, pero el no tener en cuenta lo que ello conlleva también hace que luego duela más.



Me dejo engañar, cuando quiero, porque "a veces lo más inteligente es hacerse el tonto", pero también he descubierto que tengo fuerza para plantarme y decir "hasta aquí".

¿Por qué? Por qué hay situaciones que crees que no perdonarías en la vida y un día, de repente, ya no te importan? Volvemos a lo mismo... la ley de la búsqueda del beneficio en las relaciones. Quizás te beneficie más pasarlo por alto que alejarlo, quizás sea un proceso que tienes que pasar para "quitarte la espinita" y descubrir si sí o si no, quizás es un trampolín hacia otro estado... quizás, cuando estás hecho de cicatrices se te endurece el corazón, y ya no duele tanto...



Hay situaciones que "huelen raro", hay otras que duelen raro...

A mí cada vez me duelen menos y mi casa huele a gato.



Lo sé, soy rara. O no, quizás no.

2 comentarios:

  1. Ja ja ja .......Eres genial !! No cambies, por favor !! Me encanta leerte, y siempre me sabe a poco.

    ResponderEliminar
  2. Me has alegrado la mañana!! Me encanta que te encante :DDD

    ResponderEliminar