Hoy me acordé de destinos y casualidades.
Esperad,
disculpad, hablaré con propiedad: hoy se acordó de destinos y casualidades.
Alguien le dijo que las casualidades son las pistas que el
destino nos va dejando, y se aferró a ello desde entonces.
Y yo me pregunto, ¿de qué está hecha la vida? ¿De qué pasta?
¿De destino? ¿De casualidad? ¿De todo y de nada?
Supongo que la vida está hecha, simplemente, de momentos. De
momentos y una pizca de sal.
Si yo aparezco delante de ti en el momento en que tú
necesitas lo que yo puedo ofrecerte (y viceversa)… entonces nuestro destino
será, probablemente, juntos.
Yo siempre soy la misma persona.
Tú también.
Y tú.
Y Tú.
Y
vosotros.
Lo único que ocurre es que dependiendo del momento en que se
encuentre nuestra vida, nos comportaremos de una manera u otra.
Una vez más… necesidades, contratos… relaciones.
Quizás no te trató bien no por ser cabrón, sino porque no
era su momento.
Quizás no hay una persona perfecta para Ti, ni para Ti, ni
para Mí ni tampoco para Él. Quizás hay sólo… un momento perfecto.
Creo que de esto ya he hablado alguna vez.
Creo que tengo que pintarme las uñas porque se me está
estropeando el esmalte, y siempre me doy cuenta delante del teclado.
Creo que hay muchos Tú que podrían ser para mi; un Yo que podría
ser para muchos Tús; un Él para muchas Ellas y un Ella para muchos Ellos…
Creo que me apetece cambiar de colonia. Y si me apetece es
porque es mi momento de hacerlo… Y sólo yo entiendo lo que es para mí una
colonia nueva.
Sólo tienes que cruzarte en mi camino cuando sea mi momento
de reconocerte.
Sólo tengo que cruzarme en tu camino cuando sea tu momento
de reconocerme.
Y es que a veces, sólo vemos lo que queremos ver, cuando
estamos preparados para verlo…
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