Existes. Existes y lo sé. Ya no tengo que inventarte, sólo tengo que esperar a que tú mismo te des cuenta.
Toda la vida imaginando la cara que tendría mi príncipe azul desteñido y de repente un día, zas! Lo averiguo así, sin más, porque sí, porque una sensación me lo ha chivado.
Soy exactamente lo que necesitas. Eres exactamente lo que necesito yo. Pero, sabes? Aún no me conoces, o al menos no del todo.
Aún no sabes que estoy aquí, que te espero.
Aún no se te ha pasado por la cabeza que soy yo.. Bueno sí, te lo has planteado, pero demasiado fugazmente, y no te has atrevido ni a decirlo en voz alta por si te oyen las paredes; y tienes miedo, y estás perdido, y no es tu momento.
¿Que por qué lo sé? Porque a mí me ha pasado exactamente lo mismo contigo.
Y con este último pensamiento apagó la luz de la mesita y se dispuso a soñar. Tranquila, porque sabía que el Universo tenía su plan, y que no importaba cuánto tardara en llevarse a cabo, porque él era para ella y ya podía dejar de buscar sus ojos en cada mirada.
Quizás no tenía lo que siempre imaginó, pero alguna extraña sensación le decía que ya le había encontrado.
Y mientras cada cual repartía sus besos, seguía sus pasos y vivía su vida, ella esperaría sin impaciencia el momento en que el mundo le cruzase en su camino, porque estaba segura de que tropezarían algún día..
Cuando los dos estuviesen preparados.
Cuando ya nunca volasen por Universos paralelos.
Cuando ya nunca se perdiesen.
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