Hay cagadas que vienen solas, pero ella.. ella siempre fue
experta en meter la pata.
Tal vez aquello formase parte de su esencia, o tal vez no.
No. Yo creo que no.
A ella se le da bien cagarla porque nadie le ha explicado cómo
escapar de los monstruos que no le dejan ver.
El arte de estropear las cosas empieza con el “des-arte” de
dejar de ser uno mismo. ¿Por qué no fue ella? ¿Por qué permitió que aquél día se
le cruzaran los cables de tal forma?
Ser impulsiva está bien cuando te tiras a la piscina, cuando
decides hacer locuras, cuando escoges exprimir cada minuto, vivirlo al máximo…
pero se convierte en el mayor error que puedes cometer cuando te hace actuar
sin pensar o pensando demasiado, cuando te bloquea, cuando te anula.. cuando
evita que seas Tú.
Las cosas fluyen, no puedes pretender que sea todo ahora y
sea todo ya.
Relax. Take it easy. No te precipites, no saltes..
O sí.. salta, valiente!! Pero salta de la manera que debes
hacerlo, con todas las cuerdas y el arnés de seguridad bien abrochado. Si aun
así te estampas, no habrá sido culpa tuya.. Y por ti que no haya sido.
Iba bien encaminada, hasta que en un momento de debilidad metió
la pata por juzgar, por encasillar, por no dejarse llevar, por no hacer caso a
aquel “Be water”.
Su cagada fue capaz de sacar de golpe, porrazo y a patadas,
aquello que poco a poco se dejaba entrever en su mirada.
Nunca sabrá si la culpa fue suya o de sus ojos verdes, pero
nadie le contó el secreto para dormir cuando no estén.. Y qué hace ahora en las
noches de tormenta si se va la luz?
No lo sabe.
Jamás usó tres puntos suspensivos, sólo dos.. Y hasta que no
lo diese todo por perdido, no utilizaría aquél punto y final.
Metió la pata, sí, y ahora sólo puede pedir perdón, así que:
Perdón.
Sentí quemarte. Quiero verte.