jueves, 25 de octubre de 2012

Hora de la muerte...

Hace tiempo escribí una entrada en algún sitio, no recuerdo muy bien dónde (pero sí el por qué), sobre cómo nos liberamos cuando algo se apaga y termina, cuando por fin quitamos esos dos puntos suspensivos convirtiéndolos en un sólo punto final.

Hoy me doy cuenta de que por mucho que escribas y digas, por mucho que te convenzas a ti mismo, no es sino el tiempo quien finaliza cada párrafo, cada capítulo, cada historia.

Hoy rectifico aquéllo que escribí...



Y no certificas la hora de la muerte, porque no te das cuenta de que ha muerto hasta que el pasado, un buen día, te abre una ventana para recordarte que ya no le recuerdas.


Ahora sí, hoy sí: Hora de la muerte...

viernes, 12 de octubre de 2012

El arte de cagarla... El "des-arte" de perderse.


Hay cagadas que vienen solas, pero ella.. ella siempre fue experta en meter la pata.

Tal vez aquello formase parte de su esencia, o tal vez no.
No. Yo creo que no.

A ella se le da bien cagarla porque nadie le ha explicado cómo escapar de los monstruos que no le dejan ver.

El arte de estropear las cosas empieza con el “des-arte” de dejar de ser uno mismo. ¿Por qué no fue ella? ¿Por qué permitió que aquél día se le cruzaran los cables de tal forma?

Ser impulsiva está bien cuando te tiras a la piscina, cuando decides hacer locuras, cuando escoges exprimir cada minuto, vivirlo al máximo… pero se convierte en el mayor error que puedes cometer cuando te hace actuar sin pensar o pensando demasiado, cuando te bloquea, cuando te anula.. cuando evita que seas Tú.

Las cosas fluyen, no puedes pretender que sea todo ahora y sea todo ya.
Relax. Take it easy. No te precipites, no saltes..
O sí.. salta, valiente!! Pero salta de la manera que debes hacerlo, con todas las cuerdas y el arnés de seguridad bien abrochado. Si aun así te estampas, no habrá sido culpa tuya.. Y por ti que no haya sido.

Iba bien encaminada, hasta que en un momento de debilidad metió la pata por juzgar, por encasillar, por no dejarse llevar, por no hacer caso a aquel “Be water”.

Su cagada fue capaz de sacar de golpe, porrazo y a patadas, aquello que poco a poco se dejaba entrever en su mirada.
Nunca sabrá si la culpa fue suya o de sus ojos verdes, pero nadie le contó el secreto para dormir cuando no estén.. Y qué hace ahora en las noches de tormenta si se va la luz?
No lo sabe.

Jamás usó tres puntos suspensivos, sólo dos.. Y hasta que no lo diese todo por perdido, no utilizaría aquél punto y final.

Metió la pata, sí, y ahora sólo puede pedir perdón, así que: Perdón.

Sentí quemarte. Quiero verte.