Hace tiempo que me planteo publicar esta entrada, así que,
¿por qué dejarlo para mañana?
Constantemente hay gente que llega a tu vida sin ningún
motivo, que no te conoce de nada, que entra en tu mundo y dibuja lo que eres en
base a lo que ve.
Es normal… cuando conoces a una persona, inevitablemente te
llevas ciertas impresiones, juzgas, te creas ideas que luego serán ciertas o
no, haces conjeturas sobre lo que fue o será su vida… y, la mayor parte de las
veces, te equivocas.
Por aquí pasan cientos de ojos a la semana, que leen, que
opinan, que sienten y comparten. No todos me conocen, de hecho, quienes me
conocen son los menos.
Algunos entraron para quedarse, otros pasaron fugazmente por
delante de mi puerta. Hubo quienes huyeron y quienes se detuvieron a descubrir
lo que escondía.
Para mi un blog no es un cuaderno de bitácora, no es sacar a
la luz cada una de mis opiniones o sentimientos, no es airear mi Yo, no es
reflejar mi vida, no es explicaros mi mundo como un libro abierto…
Para mi un blog es entretenimiento, desahogo, relax,
imparcialidad, comunicación, imaginación… y otras muchas cosas más.
Es crear un universo paralelo en el que puedo ser como yo
quiera, decir lo que me dé la gana, ser correcta o no, caerte bien o parecerte
gilipollas, proyectarte una imagen real o ficticia, hacerte creer que escribo
para ti o que no lo hago… Para mi un blog no es nada más allá que un juego, un
hobby, adoptar el rol que más me apetezca porque quiero, porque sí.
Un día empiezas a escribir cosas que te pasan, historias que
te cuentan o momentos que ves, y resulta que la gente se siente identificada o
disfruta leyendo y te pide más… y te animan a que te crees “uno de esos blogs
que están tan de moda”.
Y así fue. Así empecé a inventar, a mezclar fantasía y
realidad, sentimientos y papeles de personajes reales o no,
reflexiones, tonterías, recuerdos, relatos, deseos, sinsentidos, coherencias (e
incoherencias), vidas, mundos, sinfines…
Tú que me conoces sabes lo que hay de cierto a veces y si lo
hay, intuyes lo que invento, sospechas cuando miento y me crees cuando exagero.
Tu eres muchos “Tus”, y quizás ningún post vaya por Ti, ni por Ti, ni por Ti, y
no… tampoco por Ti.
Sé hilar historias, sé entretenerme asumiendo roles que veo
de cerca o sueño de lejos.
Disfruto. Disfruto cuando escribo. Disfruto cuando me lees y
me dices que te gusta lo que lees. Disfruto cuando reflexionamos junt@s, cuando
te aporto algo, por insignificante que sea.
Es… lo que es. Y ya está. No hay más. No es estúpido. No es
un diario.
No os enseñaría mi vida jamás con tanta claridad a través de
este cristal, de lo contrario… ¿qué me queda?
No soy lo que escribo. Soy... lo que soy.