¿Cuántas veces hemos pensado que nos han liberado? Que por fin hemos dejado eso que nos ata atrás y empezamos de cero? Esa sensación de alivio, de sentirte una persona nueva, ilusionada, expectante, creyendo que todo puede pasar, que lo mejor está por llegar...
Y cuántas veces, a la hora de la verdad, nos hemos dado cuenta de que no era cierto?
Ya no necesito que me liberes, porque mi error fue pensar que era cosa tuya hacerlo.
Ya no necesito que me recuerdes que me quieres o que no lo haces.
Ya no necesito que dramatices para hacerme llorar y que todo parezca más bonito y duela más.
Ya no necesito que me reproches que no luché, porque tú tampoco lo hiciste.
¿Es que yo no merecía que luchases por mi? ¿Es que tenía que reconstruir yo sola lo que tú rompiste?
Ya no necesito más patadas en la tripa a cambio de vomitarte un "te quiero".
¿Sabes cuál fue nuestro error? No fue no pelear, ni abandonarnos, ni otras muchas cosas... Nuestro error fue darnos la oportunidad de echarnos mierda el uno al otro hasta quedarnos sin sangre, hasta hacernos inmunes, inertes...
Nuestro error fue utilizarnos como seguro, como anestesia, como vía de escape cuando el presente no nos gustaba.
Nuestro error fue creernos con derecho a privilegios en la vida del otro.
Por eso, por todo eso, dos ex nunca pueden ser amigos a corto plazo. Porque si lo que quieren es retomar su historia algún día, les resultará imposible hacerlo sobre cimientos carcomidos por rabia, rencor, y otras actitudes...
Ya no tengo los dedos fríos ni arena en los bolsillos, a pesar de ser 4 de enero.
Ya no me liberas tú, porque ahora... Ahora me libero yo.
Suerte en la aventura de tu vida, que yo, desde aquí, te recordaré siempre como uno de mis Amarillos.
No esperemos que nadie nos haga felices; Mejor intentar ser feliz por uno mismo y compartirlo con los demas.
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